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Testimonio Guillermo Valencia

  • Emilia Arellano
  • 5 jun 2016
  • 6 Min. de lectura

En esta última entrega de la sección testimonial del trabajo de investigación, podemos evidenciar que el llamado "mal de montera" en el mundo taurino ha sido, en muchas ocasiones, el causante de que en niños y jóvenes surja el deseo de convertirse en toreros. La influencia positiva de los padres hacia los hijos y la admiración que éstos últimos tienen hacia sus ascendientes, hace que los niños reciban la afición a los toros como una herencia única y atesorable.

Sin embargo, hay quienes desconocen la necesidad de heredar esta afición pues dicen que torero se nace y no se hace. Eso no lo sabemos, pero podríamos decir que este joven nació dando muletazos y que fue gracias a la guía y apoyo de sus padres y su intensa preparación y esfuerzo, que ha conseguido subir escalones en búsqueda de su gran sueño, sueño que todo niño debería tener la posibilidad de vivir.

Guillermo Valencia, novillero originario de Popayán, Colombia, tuvo que viajar sólo y a temprana edad a España en búsqueda de triunfo dentro del mundo de los toros. Su temple y valor a la hora de torear le han hecho triunfar en varias novilladas del círculo taurino en ciudades tanto de su país natal como de Ecuador, Venezuela, España y Francia. Actualmente, reside en Salamanca en donde ha ido forjando de a poco su camino con miras a tomar la alternativa.

Guillermo, un saludo a la distancia. Muchas gracias por la entrevista.

Quisiera que me cuentes en primer lugar, ¿Cuántos años tienes?

20 años.

¿Cuál es tu primer recuerdo taurino?

Acompañar a mi padre a entrenar y a los pueblos donde toreaba

¿Tu padre fue torero?

Así es, quiso serlo. Anduvo por los pueblos de novillero.

¿A qué edad asististe por primera vez a una corrida de toros o a un festejo taurino? Y ¿qué impresión te causó?

Toda la vida he ido a los toros, desde que mi mamá estaba embarazada. Me cuenta mi mamá que un día, en una plaza, mientras estaba embarazada de mí, sonó un pasodoble y yo pateaba y me empezaba a mover. Mi primer disfraz fue uno de torero, así que ya te podrás imaginar…

Desde que tengo uso de razón la impresión que me dio fue buena porque ahí vi reflejado muchas de las cosa del día a día, además que tuve la suerte de vivirla muy a fondo por lo que mi padre quiso ser torero y yo lo acompañaba. Además, él ha sido una de las personas que siempre me ha dejado muy en claro todo lo del mundo del toro.

¿Qué significa para ti una corrida de toros?

Para mí significa vida, muerte, gloria, verdad. Todo lo que veo en la vida cotidiana, en el día a día, desde que me levanto hasta que me acuesto con la diferencia que en la corrida de toros todo lo que pasa en 10 minutos es real. Hay gloria, fracaso, tristeza, alegrías, sin sabores, momentos que te hallas y otros que por más que lo intentes, no. Hay situaciones que te encuentras solo… Se pueden contar con la mitad de los dedos de una sola mano las personas que están contigo pero en otras situaciones te salen amigos hasta que no conocías.

¿Crees que a los 12 años tú estabas en la capacidad de ver lo que has mencionado en una corrida de toros?

Siempre la he visto con unos ojos y un pensamiento maduro aún siendo un niño porque ya te digo que tuve la oportunidad, gracias a Dios, de tener una madre que era aficionada a los toros y a un padre que quiso ser torero, y ellos siempre me anduvieron con la verdad por delante así que siempre he tenido esa visión sobre la tauromaquia aunque con el pasar del tiempo te vas dando cuenta de más cosas. Como todo en la vida, es un continuo aprendizaje.

¿A qué edad decidiste que querías ser torero?

No te sabría decir exactamente a qué edad lo decidí, pero siempre lo tenía ahí en mi mente. Yo dormía con un capote, una muleta y algunas veces con el primer disfraz de torero que tuve y que me hizo mi padre. No quería ser bombero o superhéroe o un futbolista, como el resto de mis compañeros del colegio. Desde el primer momento ya sabía lo que quería en esta vida. Ya Dios dirá si se cumple o no. Por el momento, en el camino estamos.

¿A qué edad entraste a la escuela taurina? y ¿Qué recuerdos tienes de esa época?

Como a los diez u once años, no lo recuerdo muy bien.

Tengo recuerdos muy bonitos de una etapa de demasiada inocencia, pero con mucha afición, dedicación y ganas de querer ser alguien importante en este mundo, ir a entrenar y luego compartir con los compañeros tus pensamientos y también escuchar los de ellos sobre el toreo. Además que la escuela taurina de Cali, en el tiempo que yo estuve, no solo nos entrenaban como toreros sino que también ante todo como personas. Entrábamos a las 7am a la escuela, empezábamos con un preparador físico, luego toreábamos de salón y después ya habían los que banderilleaban, otros descabellaban y otros entrar al carro de matar, y todo eso lo veníamos a terminar como a las 10h30 u 11h00 y luego teníamos clases con un cura o con una psicóloga o con distintos periodistas, ganaderos, toreros, que nos enseñaban de todo un poco. Pero fue un tiempo de golpes, risas, demasiado aprendizaje, amistad, aunque cuando toreábamos siempre con un poco de rivalidad.

¿Cómo crees que hubiera sido tu vida ahora si cuando eras niño no se te hubiere permitido entrar a una corrida o a la escuela taurina?

Eso no lo sé, pero seguramente muy aburrida o a lo mejor no aburrida, pero no estaría a gusto con lo que estuviera haciendo porque gracias a Dios tuve la libertad de elegir lo que me gustaba y lo que no.

¿Recuerdas a qué edad debutaste como becerrista? ¿Podrías describir cómo fue ese día para ti? ¿Qué emociones tenías?

Como a los 6 años, en un pueblo cerca de mi ciudad. Tengo muy pocos recuerdos de ese día, la verdad, pero fue muy bonito. Todo era inocencia, nervios y ganas de disfrutar y ver qué se sentía estar delante de un becerro estando delante de tanta gente. Gracias a Dios, se dio bien para ser la primera vez. ¿Emociones? Una mezcla de todo: nervios, alegría…

El ser torero requiere de mucho esfuerzo y sacrificio ¿Qué cosas has ganado gracias a tu profesión? Y ¿qué cosas has tenido que dejar a un lado debido a la misma?

He ganado mucha madurez tanto en lo personal como en lo profesional. También he aprendido a valorar las cosas por lo que valen y no por lo que son. He ganado grandes amigos y mucha felicidad. Pero también no todo ha sido bonito, he dejado muchas cosas… Dejar una niñez, una juventud, la fiesta con amigos del colegio o no estar en reuniones de la familia por estar toreando o entrenando.

Viajé como a los 15 o 16 años a Europa, lo hice solo y tuve que dejar a toda mi familia en mi tierra, pero bueno, ya sabes lo que dicen por ahí, “el que algo quiere, algo le cuesta”.

Debido a tu profesión, tienes una relación estrecha con los animales ¿Qué significan para ti los animales? y ¿el toro de lidia en particular?

Para mí, los animales son muy importantes. Tenemos mucho que aprender de ellos y son grandes compañeros. Además, ayudan al planeta en general, no sería lo mismo si faltara alguno de ellos. En mi forma de vivir es importante estar en contacto con los animales, sobre todo con los perros, caballos, vacas de leche, el toro de lidia… Soy un hombre muy feliz cuando estoy en el campo y puedo ver a todos los animales tranquilos y en su hábitat natural.

Y bueno, el toro de lidia es amor, belleza, genio… Es el animal más hermoso que puede existir por su seriedad, respeto, bravura, nobleza, y el espíritu de grandeza que le aporta a las corridas de toros. El toro en particular para mí significa el poder y la nobleza juntos. Es el animal con el que puedo expresar lo que siento.

Las corridas de toros son consideradas un espectáculo violento que hace a las personas que participan en ellas, violentas ¿Te consideras una persona violenta?

Una cosa es lo que dicen y otra cosa es lo que realmente pasa. Tú ves a los taurinos que van a una corrida de toros y son impecables en su presentación y siempre con modales eso a comparación de los que se hacen llamar antitaurinos que están insultando y diciendo palabras muy fuertes a personas que ni si quiera conocen.

¿Yo violento? Para nada. Puedes preguntar a personas que me rodean y nunca me han visto un acto de violencia hacia otra persona o un animal. Lo único que hago es torear, demostrar en 10 minutos que entrego mi vida a un animal salvaje, que no ha visto un trapo en su vida, mientras yo trato de demostrar lo que llevo dentro. Como dicen por ahí “se torea como se es”. La muerte ya viene luego, como punto final a esa obra, como todo en la vida tiene un principio y un final, pero te aseguro que no soy capaz de hacer daño a un animal. Con decirte que cuando veo cosas sobre animales que maltratan me siento muy mal porque además, veo que no tienen la oportunidad de defenderse a comparación con el toro bravo que te puede quitar la vida en un momento.

Ha sido muy grato conversar contigo Guillermo. Un abrazo y mucha suerte en el duro camino que llevas por delante.

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