Testimonio Andrés Castellón
- Emilia Arellano
- 12 may 2016
- 7 Min. de lectura
En esta sección del trabajo de investigación encontraremos entrevistas que se han hecho con el fin de extraer testimonios de jóvenes novilleros y un aspirante a rejoneador con lo que se puede conocer cuál es la forma en la que ellos ven a su profesión y las experiencias de algunos de estos jóvenes que tienen como sueño el ser alguien dentro del mundo del toreo.
Ellos han tenido contacto desde muy pequeñitos con el mundo del toro y en base a lo que nos han dicho, podemos concluir que el toreo es portador de valores que permiten a los jóvenes adquirir responsabilidades y ganar una madurez desde temprana edad. Es claro que en ellos no hay muestras de agresividad sino de total comprensión y entendimiento de su profesión.
Andrés Castellón, novillero ecuatoriano. Su afición se vio marcada por sus primos en segundo grado, los matadores de toros ecuatorianos Martin Campuzano y Álvaro Sámper. Debido a la situación que vive el país, tuvo que viajar a México para intensificar su preparación en la escuela taurina de Aguascalientes. Andrés es un novillero con mucha proyección y sobre todo, con unas ganas inmensas de ser una figura del toreo.
Andrés, te agradezco mucho por aceptar esta entrevista.
¿Qué edad tienes?
Tengo 22 años, nací el 14 de enero del 1993.
¿Cuál es tu primer recuerdo taurino?
Realmente no lo puedo recordar cuál fue el primero. Pasé las vacaciones de mi infancia en la hacienda Puchalitola, ya que mi abuela era casada con Alejandro Villavicencio, quien era ganadero y propietario de esa hacienda. Por eso, desde muy chiquito recuerdo haber visto cosas de toros en la casa de la hacienda y oír hablar de toros. De pronto, lo que sí tengo recuerdo es de las tientas. Recuerdo una tienta cuando tenía unos 8 años y yo me metí en un burladero de la plaza. La verdad es que me daba mucho miedo pero me encantaba ver las tientas, ver cómo movían el ganado en los corrales y ver a los toros. Después, mi abuela al ver que me gustaba, me empezó a invitar más a ver las tientas, y cuando mis primos (Martín Campuzano y Álvaro Samper) empezaron a torear de forma profesional, yo era su fan No.1 y empecé a "aficionarme" más por empezarles a seguir.
¿A qué edad asististe por primera vez a una corrida de toros o a un festejo taurino? ¿Qué impresión te causó?
Mis padres dicen haberme llevado a una corrida en Guayaquil cuando tenía unos 5 años, lo cual yo no recuerdo, entonces no puedo hablar de ello. Pero sí puedo decir que las tientas que recuerdo en Puchalitola, que presencié de niño me causaban mucha emoción, me daba un poco de miedo el sonido que hacían los picadores al citar las vacas con sus botas y estribos pero sobre todo, me llamaba mucho la atención el ver todo lo que sucedía. Mi mayor impresión era la valentía de las personas que toreaban y los veía como personas superiores porque yo no me sentía capaz de hacer es
¿Qué significa para ti una corrida de toros? ¿La veías de la misma forma cuando tenías 12 años?
Una corrida de toros para mí significa TODO. Siento que es mi razón de vivir. Pienso que es el único espectáculo donde existe la VERDAD porque allí puede suceder cualquier cosa. Son momentos efímeros en los que se muestra arte, ante una puesta estética y de valor. Cualquier espectáculo puede estar arreglado, pero las corridas de toros no. En ellas existe la posibilidad de la muerte tanto de toro como torero, así como la vida. Es por eso que las considero un ritual de la vida donde el mayor triunfo es el indulto del toro, al cual se le rinde homenaje en todo momento. Es una obra de teatro donde se escriben las líneas en ese momento y en cualquier segundo todo puede cambiar.
Pienso que cuando lo veía de niño no llegaba a entender del todo las corridas de toros pero sí veía con los mismos ojos de ilusión y de admiración a ese espectáculo tan maravilloso como es la fiesta brava.
¿A qué edad decidiste que querías ser torero?
Sin duda alguna pienso que el momento que di mi primer capotazo fue cuando me decidí verdaderamente a ser torero profesional y esto no fue a temprana edad, fue a los 17 años. Pero pienso que el antecedente principal que marcó mi vida para decidir que quería torear fue más o menos cuando tenía unos 12 años y en una tienta en Puchalitola mi madre no me dejó bajar al tentadero a torear con todos mis primos y mis tíos que me decían que baje. Eso a mí me causó mucha impotencia y desde ahí empecé a querer aprender a torear. Recuerdo que cuando llegaba mi primo, Álvaro Samper, a la casa a los almuerzos familiares, lo único que yo quería era que me enseñara a torear y le pedía que lo haga. Después, mi abuelo le regaló un capote de brega a mi hermano y yo toreaba a mi perro con eso. También jugaba con otro primo a los toros. Son millones mis recuerdos en la infancia por querer torear, a pesar de que todo empezó como un juego o con una negativa de mi madre ante la posibilidad de torear en esa tienta, lo cual fue su peor error.
¿A qué edad entraste a la escuela taurina? ¿Qué recuerdos tienes de esa época?
Entre a los 17 años debido a que tuve que lidiar mucho con mis padres para que me dejaran inscribirme. Desde los 15 años que se los venía pidiendo, pero ellos no me dejaban.
Tengo recuerdos muy bonitos. Formar parte de una escuela taurina es un privilegio. Es una época de formación y de aprendizaje, donde conoces a muchas personas, haces amigos y vas conociendo de fondo lo duro pero bonita que es esta profesión.
¿Cómo crees que sería tu vida actualmente si cuando eras niño no se te hubiera permitido entrar a una corrida o a la escuela taurina?
Pienso que sería igual, no pienso que nada ni nadie hubiera detenido esto que lo llevo a dentro. De pronto las prohibiciones hacen un efecto contrario a su objetivo, y eso justamente, es lo que pasó cuando mi madre no me dejo torear la primera vez. Lo único que se crea es mayor curiosidad por ello y uno va a ser lo imposible por conseguirlo. Pero pienso que todos tienen que tener la posibilidad de asistir a una corrida de toros o a una escuela taurina y tener la capacidad de elegir si te gusta o no.
¿A qué edad debutaste como becerrista? ¿Podrías describir cómo fue ese día para ti? ¿Qué emociones tenías?
Debuté como becerrista a los 17 años, a los 6 meses de haber entrado a la Escuela Taurina de Quito. Ese día fue muy especial para mí. Lo hice en una placita llamada "La Giralda", por la mitad del mundo. Tenía mucha alegría de que por fin llegaba el día, y nerviosismo de quedar mal frente a mis familiares y amigos que habían ido a verme. Pero la verdad es que me encontraba muy confiado porque me había preparado mucho para ese suceso. Ese día definitivamente marca mi vida y la verdad, ahora que regreso a ver para atrás, son momentos que recuerdo y me sacan una sonrisa.
El ser torero requiere de mucho esfuerzo y sacrificio... ¿Qué cosas has ganado gracias a tu profesión y qué cosas has tenido que dejar a un lado debido a la misma?
Pienso que todo lo que hago por el toreo y que se podría considerar como un "sacrificio", para mí no lo ha sido porque torear es algo que vale tanto la pena que todo lo demás es secundario. Aunque claro, es una profesión que te exige mucho compromiso, por lo que a veces hay que dejar a un lado muchas cosas que una persona "normal" de mi edad haría. Muchas veces hay que dejar la vida social para prepararse. Y también, he chocado mucho con las mujeres que salgo, pues ellas no llegan a comprender lo que significa ser torero. Me falta tiempo para otro tipo de cosas porque la mayoría de mi tiempo la estoy dedicando al toro, a entrenar, a ir al campo o por último, a ver vídeos.
Y bueno, el toreo me ha dado todo. Se lo debo todo al toro. He tenido la posibilidad de estar en otro país, conocer amigos y vivir momentos únicos gracias al torear. Pero, sobre todo, creo que el toro me ha hecho una mejor persona, porque gracias a esta profesión he aprendido un montón de valores que ni la mejor universidad del mundo me los hubieran dado. Respeto, constancia, esfuerzo, compañerismo, tolerancia, honestidad, responsabilidad, entre otros; además, del amor al campo y la naturaleza, respeto y admiración a los profesionales, constancia y esfuerzo para conseguir las cosas, amor al deporte y preparación, etc.
El toreo te enseña a tratar a muchas personas, desde los más importantes de la sociedad hasta las personas más humildes que se gastan lo que tienen por ir a verte a la plaza, es por eso que uno tiene que jugársela igual sin importar la plaza donde toree.
¿Qué significan para ti los animales? ¿Y el toro de lidia en particular?
Para mí los animales significan todo. Me considero un amante de los animales. Tanto así que he decidido dedicar mi vida a ellos al hacerme torero y estoy dispuesto a que un toro me quite la vida. El toro de lidia es un animal único al cual lo admiro mucho. Un animal que vive en plenitud y que lucha para tener la posibilidad de ganarse la vida. Es por esto que el toro es tan especial, porque para mí es un ejemplo de cómo cada hombre debería vivir su vida, peleando hasta el final y viviendo libremente.
Las corridas de toros son consideradas un espectáculo violento que hace a las personas que participan en ellas, violentos. ¿Te consideras una persona violenta?
Pienso que el decir que las corridas de toros es un espectáculo violento es un error. De pronto se está generalizando en el tema o se está contemplando solo la opinión de algunas personas. Considero que las corridas de toros no son un espectáculo violento, sino un espectáculo crudo, donde está presente la muerte y donde se ve sangre, es por eso que muchas personas con mayor sensibilidad no lo puedan tolerar.
No me considero una persona violenta, para nada. Soy incapaz de hacer daño a una persona o a un animal. Soy más bien una persona encaminada al respeto hacia cualquier otro ser vivo.
Te agradezco Andrés por tu sinceridad y por esta grata entrevista. Muchos éxitos para ti.
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